sábado, 30 de mayo de 2009

LXXV - César Vallejo

LXXV

César Vallejo


Estáis muertos.


Qué extraña manera de estarse muertos. Quien-quiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos.


Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula de zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros ya no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.


Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.


Estáis muertos, no habiendo vivido antes jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino el haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.


Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.


Estáis muertos.




Reflexión:


Simbolización de la muerte, del muerto, con matices de muerte seguida de redención del símbolo mismo. Es el destino de aquel que escribe vivir en su letra y trasvasar en ella su vida. El espejo es la realidad, el espejo es el símbolo que nos acerca a la realidad, el símbolo es la única manera que tenemos de ser. Redirección del axioma-vida en letras. Reflujo de cadáver. No es una muerte aleatoria ni divina, es una muerte voluntaria, es una muerte cargada de simbolización porque se es poeta. Pero se es poeta en el reflejo del símbolo y la artificiosidad de éste nos corta la sensibilidad mundana. Somos la obra, somos el papel y la tinta, somos aquello del humano que menos humano es. O tal vez aquello que de tan humano ya es divinizante. Deidad del papel, tampoco es humana por más que sea deidad, por más que sea papel. No toca, no palpa, no humedece. No nada, no todo.

Sea como sea, sentimos. Más de lo que cualquiera siente, sentimos hasta el paroxismo del sentimiento. Pero a nadie le interesa lo que un poeta sienta sin hacer poesía. Así somos el no ser.

Resurrección posible. Redención al salir de la hoja. O no. Pero vida doble que queda en la vereda. Se puede tirar de vuelta los dados. Porque el papel nos capturó en esencia, pero la esencia sigue viva. El papel nos cristalizó como cadáveres en el presente que no es presente. Estamos ahí en cada lectura sin estar ahí. Estamos en otro lado. Ahí vivimos, ahí hay obra intrascendente, materia prima de la pluma.

Ahí morimos de vida, Vallejo, y ahí nos sepultamos bajo dos metros y medio de papel de setenta y cinco gramos el metro cuadrado. Papel de obra. Papel de construcción, ese blanco de cuaderno con renglones. Quinientas hojas las resma. Ruido de teclado, birome rodando, pala de sepulturero. Vamos enterrando esa muerte de vida para que los transeúntes tengan una eterna lápida para recordarnos. Poetas, Vallejo. Y acá estamos, todos, tratando de morir como vos moriste setenta y ocho veces en Trilce, dos millones en otras tantas. Morimos siempre de vida. Morimos al alumbrar. Morimos en el entierro. Y curiosamente estamos más vivos que todos. Vivo porque duele, porque ríe, porque todo, porque nada, porque soy, no soy, seré o fui. Porque manifiesto y escribo, porque pregunto a alguien si me ve más muerto que ayer o si acaso tengo otro número de documento con algunos años menos, o más. Vallejo, espero que mi muerte de hoy te sea un grato homenaje a vos, que moriste tantas veces que terminaste muriendo en serio.




By

Lord KaNE

30-05-2009

1 comentario:

Lula dijo...

tuviste que hacer un tp??
jajajaja!!!

se te aprecia nene!!^^