martes, 28 de abril de 2009

GRITOS

Un grito especular de nuestra interioridad. Un grito sordo y altivo como metáfora del sujeto y de su vacuidad. Un grito profanamente sagrado ¿No es acaso liberador? Abrí esa boca pegajosa y grita. Ni palabras ni ideas, grita hasta que la masa sangrienta de tu cuerpo vibre como un diapasón. Grita hasta que te duela, hasta que despiertes, hasta que acabes extasiado. Grita hasta que te sorprenda (y te asuste) lo que salga de vos. Hasta que temas más tu propio rugido callado que la voz enclenque de los que te impugnen. Porque si, es mejor ser demente que estúpido.
Un grito de rebelión y a la vez de obediencia (debida, de vida).
Un grito vocálico sin consonantes que lo atoren en la garganta.
AAAAAAAAAAAAAH! Al viento. Al que lo quiera escuchar y también al que se tape los oídos.
Rebelión, revelación, sorpresa de lo mucho que se dice sin palabras. Como un animal enjaulado, como ese hombre eunuco que se recuerda poderoso, altivo y viril.
Corta el aire, no importa como ni porque. Cortalo hasta que tenga sentido hacerlo. Matarlos a todos con tus alaridos tan combativos como únicos.
Y luego, cuando ya no tengas ni el más apagado hilo de voz disponible, mira a tu alrededor y, ciego, recuerda que gritaste.
En ese momento, lanzate al combate del acero y a la muerte que descarna los huesos.



By Lord KaNE

28/04/2009

domingo, 5 de abril de 2009

Algo

02.58 am. Hacía rato que no escribía nada ni sentía necesidad de hacerlo. Hoy, súbitamente, me encontré con el Word abierto y una mirada perdida escapando por la ventana. Como antaño. Supongo que en cierta manera esto representa un reverdecimiento de aquello que solía tener entre el hígado y los pulmones. O tal vez, sin más ilusión, sea causa de mi insomnio. Sea cual sea el caso, las letras se van apiñando en el blanco y no surgen forzadas, así que espero que al terminar este pequeño viaje algo sea extraído en limpio. Alguna conclusión, moraleja, fábula, lo que cuerno sea. Tan sólo algo. Porque eso necesito: algo. Tan simple. Tan complejo. Tan poco y tanto: algo.

No es la primera vez que trato de definir ese algo. Sin muchos resultados positivos, he de reconocer. Pero trato. Espero que mis esfuerzos en la búsqueda de algo me conduzcan a algún estadio de iluminación interna o aunque sea a una descarga hedonista de autosatisfacción. Tan sólo que algo me dé algo. No es mucho pedir. ¿No es mucho pedir? Sin embargo, algo me ha decepcionado una infinita cantidad de veces y algo se me escapa entre los dedos como arena cada vez que siento que tengo algo. Quiero algo pero a la vez odio algo. ¿Complejo? Puede que si. Aunque yo creo que no, para nada, más bien creo que la simplicidad chorrea de cada poro de ese algo.

Si yo tuviera algo… que extraño. Mis anacolutos nuevamente se alinean esperando algo. Mi irreverencia hacia todo lo que está establecido evoca ese algo lejano. En una época pasada supuse tener todo, pero simplemente me engañaba porque la totalidad era destruida por la búsqueda de ese algo que seguía constantemente implícito en cada rincón. Tuve todo lo que pudiera abarcar con la mirada hasta el horizonte pero lo cambiaba por aquello que estaba a la vuelta de la esquina solamente porque no lo conocía. Después de todo, ¿cómo saber que alguien tiene todo hasta que no tiene nada? Ahora, en blanco, sé que tuve, sé que no tengo, sé que quiero y sé que no quiero. Algo.

Algo que lastima, algo que hace reír, algo que da calor y algo que te enfría hasta sentir dolor en los huesos. Ese señor algo está poniéndose demasiado esquivo. No tiene rostro ni nombre completo: algo es algo. ¿Qué mejor manera de definirlo?

Así y todo lo quiero, lo extraño. Aunque sepa que es ahora irrealizable. Algo implica algo más allá que hará que uno se haga insaciable. Mejor dicho, al asir ese algo, se convierte en una persona, una cosa, una idea, un sentimiento. No es algo. Busco lo indefinible. Busco la búsqueda por buscar. Si se materializa es mundana y todos la tocan y la ven. No es mío. Es público, y sucio. Da asco el toqueteo que sufre. Algo es puro y lejano, lleno de mística y gloria. Algo es fe y creencia de realización. Algo es todo y nada a la vez. Algo es mi nuevo dios.

Después de todo he de creer en algo para no perder lo que queda de alma o espíritu. Si es que queda algo, pero eso es también cuestión de fe. Tengo fe en algo.

Y abrazo esa realidad inasible. Siento que la necesito y que el motor de mis días es su realización. Amo a algo. Lo quiero con todo mí ser. Algo llena mis días y les da sentido. Pero se aleja y no reconozco su cara en cada rostro y seña que observo.

Odio a algo por ser tan lejano. Odio su incapacidad de mirarme de frente y seguir siendo aquello que espero encontrar. Odio que me aburra cada una de sus imitaciones vulgares llenas de populismo barato. Detesto verme defraudado por algo.

Algo me decepciona. Algo me traiciona. Se escapa. No es y es. Me da bronca algo. Trato de buscarlo más todavía y menos parece acercarse. Algo no existe. Crisis existencial por culpa de algo. Brote suicida, la realidad es incapaz de compararse con algo. Corro cabeceando paredes que jamás se caen. Algo las sostiene. Algo está detrás y se esconde. La pared cae y algo se ha cubierto detrás de la siguiente. Me sangra la cabeza y veo todo rojo y distorsionado.

Algo me duele. Adentro, afuera, duele en todas sus variedades humanas. Revienta y quema, golpea y corta. Algo me causa dolor. Algo me causa dolor y pánico. Temo a algo porque me castiga y me hostiga cada segundo.

Algo me hace débil. Me pongo de rodillas adolorido sin creerme capaz de soportar el peso de mi cuerpo. Pero no es hora todavía de rendirse. No he encontrado algo que dé sentido a mi búsqueda.

Por orgullo y honor, algo me levanta de mi suplicio. La frente en alto, el cuerpo avanza. Algo me impulsa y me inmuniza. Soy fuerte nuevamente. Paso a paso me acerco a ese algo fugitivo. ¿Qué más quedaría por hacer? Tanto tiempo ha pasado que es vano encontrar otro objetivo fuera de ese algo ontológico.

Algo me fascina, me devora en sus misterios y me lanza al infinito. Por algo pierdo las ganas de comer y la supervivencia se hace secundaria. Algo me apasiona y hierve mi sangre. Cada día más gris me pongo y cada día más necesito algo. Soy humano, tengo necesidades. Pero solamente de algo. Nada más importa. Todo lo que no sea abarcado por ese algo es olvidado. Explota en pequeñas partículas que se pierden en los recovecos de la memoria rancia que tengo. Olvido mi mortalidad.

Muero por algo. Un día ya estaré demasiado débil como para buscar algo. Seré pasto de buitres. Mis ojos cansados se negarán a abrirse para escrutar otra vez el mundo en busca de algo. En el fin, algo me abandona.

Pero, contra todo lo pensado, puedo ser feliz por algo. Su idea es lo que necesito para que todo el dolor, sufrimiento y pobreza parezcan estupideces tan simples de ignorar y afrontar.

La hora vuela. Los minutos vuelan. Envejezco. Algo que es lejano me dice que debo seguir buscándolo. Aparecerá, lo sé. En algún momento tendrá sentido. En algún momento seré completado por su realidad. Y podré sonreír con razón suspirando por un trabajo bien hecho.

¿Tan difícil es necesitar algo? Yo creo que no… y a la vez, creo que es lo más jodido que nos pasa en la vida.



By Lord KaNE

05/04/2009